Por Ana Pastor
Firmas
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- Íñigo Errejón
- Violencia machista
Afirmar desde los medios o los partidos “todo el mundo lo sabía” o “ya nos había llegado algo” me parece una irresponsabilidad. ¿Los periodistas o los políticos que afirman eso públicamente, qué sabían? ¿De qué hablan? ¿Conocían conductas presuntamente delictivas? ¿Por qué no hicieron nada? ¿Por qué no lo investigaron?
El comunicado de Errejón es patético. Prefiere seguir pareciendo “culto” que dar la cara y reconocer lo que ha pasado. Lo hizo, según dicen en Sumar, cuando se le pidieron explicaciones esta semana. Me molesta profundamente tener que leer varias veces ese comunicado para ver si reconocía algo de lo sucedido. Decir sin decir es cobarde.
Sobre el incidente en un festival de música en Castellón (hace un año), ¿un hilo en X (antes Twitter) es suficiente para cesar y expulsar a alguien en política? Ahora hemos sabido que ese hilo fue borrado por la víctima del suceso porque se le pidió desde el entorno de Errejón. ¿Lo sabía el resto de dirigentes del partido? ¿Fue la primera vez que algo así sucedía? ¿Se han tapado otros incidentes de este tipo aunque no sean “tan graves”?
Responsabilidad política. Fallaron los controles en Sumar y en Más Madrid. Lo han reconocido este fin de semana desde la formación rosa una docena de veces. Me gustó escuchar el viernes a Elisabeth Duval diciendo “si no lo sabíamos, deberíamos haberlo sabido”. ¿Es tarde para esta reflexión? Es posible. Ha llegado cuando el ruido ya era ensordecedor. Incluso en redes a gran parte de la izquierda le ha costado decir en sus mensajes que se referían a Errejón. No mencionaban su nombre. Si fuera un político de derecha, la contundencia habría sido otra, sin duda. Cuando das muchas lecciones te toca dar más explicaciones.
La denuncia. En este caso, de momento, hay una denuncia presentada ante la Policía. Será la justicia quien decida si el testimonio de Elisa Mouliaá y los datos que aporta son susceptibles de una condena. Las denuncias en redes son un gran desahogo (Fallarás ha facilitado a mucha gente ese espacio) para las víctimas, pero no siempre se investigan, como hemos visto. Ayuda hacerlo ante las instancias reglamentarias, pero no a todas las mujeres se les puede exigir lo mismo. Por cierto, mucha gente ha descubierto ahora que existe la UFAM, la unidad especializada de la Policía. Algo bueno entre tanta cosa escabrosa.
Las víctimas de este tipo de violencia no son perfectas. Parece mentira que haya que recordarlo. Que Nevenka mantuviera una relación con el condenado acosador Ismael Álvarez no solo no la convierte en una mentirosa ni una loca, sino que explica lo difícil que es romper cierto tipo de relaciones. Nevenka fue la pionera del metoo sin saberlo. Dijo “no” y su vida se convirtió en un infierno. “Yo no ganaba nada denunciando, pero tenía que hacerlo por dignidad y por sobrevivir” cuenta 20 años después.
Su caso no es igual a lo que estamos conociendo ahora por muchos motivos. Para empezar hay una condena contra el agresor. Pero si en algo se parece este y otros es en la reacción contra las mujeres. El foco siempre en ellas. Si la víctima de la Manada estaba borracha esa noche o no, si salía después de fiesta, si Elisa fue a casa de Errejón después de haber estado muy incómoda, si ponía tuits o no, si viajaba…
Ideología y machismo. Es una obviedad, pero el machismo no distingue. Ser de izquierdas no convierte a un hombre en un santo. Defender el feminismo públicamente, como hemos visto, tampoco. El movimiento se demuestra andando. Y el feminismo (de mujeres y hombres) se demuestra hacia fuera, pero sobre todo hacia dentro: cómo trato a las mujeres de mi alrededor, cómo fomento la igualdad cuando tengo un puesto de responsabilidad o visibilidad pública, qué enseño a mis hij@s…. Hay muchos ejemplos en tu vida diaria para saber si la igualdad es algo importante en tu vida o es postureo.
Comparar cosas graves (agresiones sexuales) con ligoteos (y mensajes chorras en redes) es lamentable y solo perjudica a quienes de verdad han sufrido situaciones terribles. Las turbas son siempre peligrosas. Cuando le toca a alguien que no nos gusta y cuando le toca a quien nos cae bien. Fomentar los rumores en redes de que “hay otros políticos y otros periodistas que van a caer” no solo me incomoda mucho, sino que me parece una irresponsabilidad. No sé en qué ayuda al feminismo ese tipo de comentarios. Ni creo que una víctima se anime a contar su caso por leer esos mensajes. Que caigan los que tengan que caer. Ocurrirá si hacemos bien nuestro trabajo. No si tuiteamos desde el sillón.